Historia 2018-06-14T12:39:40+00:00

Pumalek rememora una historia de familia, que como tantas otras, se tejen con el transcurrir de los años y de generaciones, cargada de recuerdos maravillosos y fantásticos, vivencias y nostalgias. La uva Lambrusco y el vino que se obtiene de esta uva es parte de nuestra historia.

Mi padre Jorge Aregall y mi madre Carmen Pujol, que no eran italianos pero sí descendientes de catalanes, trajeron de su viaje por Europa en los 70’ barbechos de esta variedad italiana, quizás para cubrir de sombra con un parral la terraza y el extenso fondo de la casa en que vivían, emplazada en lo que por aquellos años era la quinta agronómica, hoy Barrio Cívico. Estas vides –aunque no eran muchas- fueron suficientes para elaborar el vino y protegerse del calor que en verano arrecia en Mendoza. Los parrales de mis padres fueron creciendo, tanto que sus troncos nos permitían de niños trepar desde el piso hasta lo alto de la terraza y descender con rapidez ante una “misión secreta…”. Tupidas de racimos cargados con uvas, todos los años, las uvas Lambrusco eran cosechadas para elaborar de manera artesanal unas trecientas o cuatrocientas botellas de vino tinto Lambrusco que se llenaban prolijamente con una jarra y un embudo y luego eran taponadas con corcho natural de forma manual.

Las botellas se estibaban por añada en el sótano de la casa, de manera horizontal en estantes de madera construidos al efecto y con las caladuras necesarias que permitían acomodar las botellas, una al lado de otra, ordenadas y seguras, y luego con una tiza se anotaba en la estiba el año de cosecha. El sótano era fresco y oscuro, con cierta humedad, condiciones que garantizaban una guarda inmejorable.

Todavía queda en aquel sótano, como si se hubiera detenido el tiempo, cubiertas de polvo y con la añada en tiza apenas perceptible las últimas botellas que sobrevivieron al fallecimiento de mi padre. También quedó la tiza de color azul, la mesa y el vaso en el cual los probaba.

Botellas de Lambrusco que fueron durante años testigo y protagonistas de innumerables reuniones familiares y de amigos, grandes comilonas, asados, paellas, festicholas y de cuanta oportunidad, que nunca faltaba, para ser causa y efecto de una exitosa reunión.

Recuerdo a mi padre, esbelto y robusto con su bigote prolijo y su escaso pelo peinado a la gomina, siempre elegante y bien vestido, aseverar sin dejar dudas…”yo tomo vino Lambrusco, sólo Lambrusco”… , y así era, no mentía, las pruebas estaban al a vista.

Me llena de alegría y emoción recordar una y otra vez, todos aquellos momentos tan hermosos que he vivido durante mi infancia y juventud en aquella casa, al abrigo y cariño de mis padres, junto a mis hermanos.

Es por todo lo contado que hoy, honrando la memoria de mis padres, hicimos junto a mi esposa Laura y a mis hijos Franco, Gonzalo y Valentín “Bodega y viñedos Pumalek”, que elabora en exclusivo “Lambrusco Grasparossa”, con vides traídas de Italia en el año 2006, y cultivadas en nuestra tierra, al calor del sol mendocino, en Finca Carmina, Ugarteche, Luján de Cuyo.

Elaboramos como entonces el vino Lambrusco conservando toda la pasión, cariño, sueños e ilusiones, con que mis padres, años tras años hicieron aquellas botellas de vino Lambrusco.

Eduardo Aregall